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4 - 30 Mayo
Escuela de Artes
Zaragoza
25 Cuadros |
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Autor: Ángel
Azpeitia
Publicada
en.- HERALDO DE ARAGÓN
el día Jueves 10 de mayo de 1990
Se trata de una monografía temática,
como alguna otra que ya le hemos visto a Manuel
Monterde. Recuerdo, por ejemplo, la que dedicó a
los bailes y danzas aragoneses en 1985. Aunque
entonces trabajase con mayor envergadura y
distintas técnicas, puesto que se enfrentaba
con el más amplio espacio de la Lonja.
Esta vez, en amplio, en la limpia sala de
la Escuela de Artes, dedica su atención
a los motivos taurinos, con un total de 25
obras, bastante uniformes, realizadas sobre
cartulina, casi siempre en colores a la cera,
salvo un par de apuntes en tono único.
Acompaña igualmente una serigrafía
que ha servido de cartel para la muestra.
Suelto, con mano y maneras reconocibles, Monterde dedica toda su atención
a los aspectos formales de la fiesta, más que a su drama, por lo que el
conjunto, pese a las características estilizaciones, ofrece cierto aire
ilustrativo. Se suceden los movimientos giratorios del percal y la franela como “La
mariposa”, “La chicuelina”, “La media verónica” o
el “Quite por gaoneras”, entre las suertes del comienzo, o bien “El
natural”, “El ayudado por bajo” o “Un redondo”, éstos
en la faena. Una y otra vez se repiten los ritmos curvos que crean un insistente
núcleo circular. Sólo una nota, por lo que recuerdo, busca ángulos
en la zona de fondo. Casi siempre se impone la figura en su dinámica.
Y, por curioso que pueda resultarnos en este asunto, el toro desempeña
un papel secundario. Hasta se evita su presencia, cuando conviene. O se insinúa
o deja en una mancha movediza.
Suele Monterde definir al diestro como protagonista único frente al animal,
aunque haya excepciones en que aparecen dos subalternos y acaso el rejoneador
o los varilargueros. Se altera así la constante de las composiciones.
El colorido que anima a éstas aparece muy vario, impuesto en parte por
el asunto, por el gran rito de sangre y oro, lleno de luz. Que se nos plantea
con un limpio vehículo, mucha profesionalidad y no poca experiencia del
asunto. En nuestros días, pero respetuoso con los maestros del género,
hábil, ligero y con poder de imagen. Monterde nos trae una tauromaquia
sin sobresaltos, sin tragedias, entre molinetes de capa y tornas de muleta que
nos remiten a su escenario: el ruedo |
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