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Monterde
Hernández, Manuel Nace
en Zaragoza el 15 de diciembre de 1943. Graduado
en Decoración por la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios
Artísticos de Zaragoza con primeros premios. Cursó
estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge
de Barcelona, obteniendo el titulo de Profesor de Dibujo por
la Sección de Pintura y posteriormente el de Licenciado
en Bellas Artes.
Fue profesor de proyectos, en la Escuela de Arte y en la Escuela Superior de Diseño de Zaragoza, hasta su jubilación. Desde 1963
inicia la andadura pública por el mundo del arte concurriendo
a diversos certámenes y exposiciones colectivas, en las
que presenta muestras escultóricas y pictóricas.
En
1972 expone por primera vez individualmente
en la Sala Bayeu de Zaragoza. Presentaba en esta época
un hacer figurativo del que hoy todavía quedan huellas.
Predominio claro de la línea y el volumen. Colorido sombrío
y preocupado constante por el movimiento. Ya en esta primera
muestra manifestaba interés por los soportes y texturas
plasmándolo temáticamente en paisaje y figura.
En marzo de 1975, a través
de su segunda exposición y sin determinarse decididamente
por técnica concreta, patentiza su capacidad de análisis
y experimentación en el campo del color y la materia
soporte. La línea se refuerza con esgrafiados, armonizando
los tonos verdes y azules con los ocres. |
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En
junio de 1985, se llenan las naves de la Lonja con
las imágenes del rico y complejo Folklore aragonés,
con jotas y boleros, con seguidillas, con polinarios y “reinaos”,
con dances y contradanzas. Es un largo repertorio del que sólo
se pretende aquí representar, con esas denominaciones, algunas
de las variantes que Manuel Monterde ha recogido en sus cuadros. Creo,
como se comprenderá por cuanto sigue, que en la exposición
priman los aspectos argumentales sobre los formales - artísticos.
Y hasta ha de ser así, sin duda con justicia, para el caso
concreto que estamos. No porque a quien firma le preocupan exclusiva
ni principalmente problemas de continuismo, sino por la naturaleza
e intencionalidad de lo que se aborda. Monterde pone su buena mano
y su conocimiento al servicio del asunto. Sus recursos, muy considerables,
se supeditan por completo al tema, a lo que su plástica nos
refiere. En mayo de 1990, esta
vez, en la sala de la Escuela de Artes, dedica su atención
a los motivos taurinos, con un total de 25 obras, bastante uniformes,
realizadas sobre cartulina, casi siempre en colores a la cera, salvo
un par de apuntes en tono único. Acompaña igualmente
una serigrafía que ha servido de cartel para la muestra.
En mayo de 1998, en la sala grande
del Centro Cultural de Ibercaja, cuelga 54 cuadros de fechas muy recientes,
la mayor parte de 1997. Convendría referirse
a los acrílicos de este año por argumentos. El más
cuantioso corresponde a lo que Monterde llama <Gordys>, mujeres
de enfáticas anatomías, sin ropas que las velen;pero
también sin insistencia en pormenores, estilizadas y movidas
por el juego de sus propios ritmos. Han sido objeto de una relativa
abstractización, aunque todo permanezca figurativo, y su sensualidad
sea casi escultórica, propia del volumen. A
partir de esta última fecha prosigue su investigación
en silencio, atendiendo no sólo a recuperar técnicas
pasadas sino a experimentar nuevas. Sus temas continúan rastreando
el campo figurativo. Descompone las figuras en volúmenes y
planos con un claro sentido escultórico, en busca de una mayor
fuerza expresiva determinada por el movimiento. Las superficies se
organizan en perfectos y continuos istmos, tanto zonales como colorísticos.
El mural, que es otra de las facetas apreciables
en este artista cobra inusitada importancia en el campo decorativo.
Son buena muestra de ello los que presiden los vestíbulos de
varios edificios de nuestra ciudad. |
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